Este taller tuvo dos momentos… Durante el primero, la meta fue re-conocer nuestro cuerpo y habitarlo para poder perder la forma a través de la entrega. En este caso, entregar el peso del cuerpo y reducir la resistencia que a menudo ofrecemos al movimiento natural. Para esto hubo distintas propuestas: la primera fue realizar un trabajo en pareja en donde uno se coloca en el piso y el otro va moviendo, con mucho cuidado, sus piernas y brazos (uno a uno), sus manos y pies, el tronco (pudiendo rotarlo por ejemplo) y la cabeza. Este ejercicio fue continuado por otro individual y entonces la consigna fue danzar en el agua, ser un cuerpo de agua y entrar en el mundo de la no-permanencia. Luego danzar en el aire, registrar las diferencias y de a poco el surgimiento de gestos, pequeñas formas que van naciendo; de a poco el aire enciende el fuego y soy esa llama que va adquiriendo mil formas variadas, entre las que puedo elegir. Finalmente, la tierra nos sostiene y de a poco necesitamos adquirir una forma que nos permita danzar y ésta va surgiendo al tiempo de cada uno.
En un segundo tiempo, el objetivo fue encontrar nuevas y genuinas formas y gozar del cuerpo en movimiento, del cuerpo que danza en libertad! Para esto, fuimos encontrando el propio pulso y el movimiento que lo traduce…luego registramos las emociones que van naciendo muy adentro y el modo en que éstas se expresan en movimiento: esta es nuestra melodía. Por último, danzamos las Imágenes que fueron surgiendo en nuestra mente…. melodía e imagen… cada una supone nuevas formas que surgen del propio pulso. Luego cada participante ofreció su pulso (movimiento que se va repitiendo) a sus compañeros, para danzarlo juntos. Primero encabezando el grupo y luego observando en espejo su propio movimiento. De ese movimiento propio inicial había surgido su melodía e imagen.
Danzamos luego en la oscuridad (con antifaces) para ir más hacia adentro, contemplar nuestras nuevas formas en la intimidad y gozar con libertad del cuerpo en movimiento!
GRACIAS A LA DANZA UNA VEZ MÁS!
