El cuerpo que habitamos: unidad y polaridades en movimiento
Danzando en nuestro pequeño espacio y en el mundo
Los esperaba el salón dividido en cuadrados. La propuesta fue elegir uno y comenzar a moverse y luego a danzar explorando el espacio propio: “mi lugar en el mundo”… en la medida en que esto ocurría, se presentaron distintas propuestas: en dónde me siento más cómodo, en el centro o en los bordes? Puedo caminar por esos bordes-límites?… De qué lado prefiero estar? Deseo salir y volver?…cómo me siento afuera de mi espacio? Más libre…o más inseguro? Más sereno o más inquieto? Sigo explorando, entrando y saliendo… Estoy de pie, acostado y/o sentado… de qué modo me encuentro más cómodo? Me puedo relajar? Tres temas de música acompañaron esta exploración.
Poco a poco, fueron abandonando el pequeño espacio y el mundo se fue ampliando. Una línea de colores dividió el salón en dos sectores y cada uno danzó en cada uno de ellos distintos aspectos de su modo de ser en el mundo: alegría vs. tristeza, decisión vs. Indecisión, quiero vs. no-quiero; dolor vs. felicidad… entre tantos otros! De todos estos pares, eligieron uno para encarnarlo y danzarlo con mayor intensidad. Algunos usaron máscaras, pañuelos de colores y/o instrumentos musicales.
Finalmente, se reunieron de a pares; entonces cada uno le contó a su pareja, a través de la danza y el movimiento, ese aspecto que siente como fuerte contradicción en su vida. El otro lo acompañó, tomando al mismo tiempo ciertos aspectos de su danza para poder reflejar el “relato”… Como cierre, danzaron la unidad en el centro de un círculo… es decir el modo en que perciben ese encuentro de los opuestos seleccionados. Fue una experiencia profunda que hizo posible la exploración de las distintas “partes”, que a menudo parecen contradictorias y sin embargo suelen no serlo, ya que unas y otras nos hacen ser quienes realmente somos.
Estas sabias palabras nos acompañaron antes y durante el taller…